A pocos días de la Diada arrecia el debate soberanista, ensombreciendo
las posibles alternativas contempladas en la prevista consulta “Pel dret a
decidir” como el federalismo, la más sensata de las opciones para los que no
apoyamos la vía soberanista. En este entorno parece que los problemas reales de
nuestra sociedad, los socioeconómicos, de justicia social, de brutales recortes
en educación y de sanidad hayan desaparecido. La alianza neoliberal global a la
cual pertenecen el Gobierno del Estado y el Govern Català, con la excusa de la crisis
financiera (que ellos provocaron) continúan recortando derechos y
empobreciéndonos cada día más.
Me permito utilizar las palabras del periodista Joaquim Coll
de su artículo, …”Nada es casual”…, publicado en el Periódico el 30 de agosto,
en que el debate en Cataluña esté tan obsesivamente centrado en la secesión que
no sólo tiene un punto de enfermizo, sino que imposibilita construir una
alternativa de izquierdas. Además si para alguna cosa no sirve la independencia
es para salir de la crisis, más bien al contrario. Es una ilusión populista que
se ha apoderado de una parte de la sociedad, sobretodo de la clase media, ante
la angustia que provoca la crisis y el mito del expolio fiscal. Es una grave
irresponsabilidad que casi nadie lo advierta. Es cierto que un Estado
independiente es muy goloso para las elites locales que se apoderan de sus
instrumentos, pero no es garantía de mayor justicia, transparencia o
democracia. Solo hay que pensar en el escándalo del Palau, en cómo se descubrió y en el triste papel de las
instituciones catalanas. Nuestras corrupciones no anticipan el país de ensueño
que algunos prometen. Gracias por su lucidez señor Coll.
Mientras los partidos de izquierdas y de progreso, no centren
su discurso en los problemas socioeconómicos, su papel en la política real, la
que necesita el ciudadano, cada vez se difuminará más. Me gustaría que mi
partido, el PSC, asumiese sin complejos, el papel que necesita nuestra sociedad
y deje la trampa del debate soberanista. Hoy por hoy los valores sociales y las
necesidades reales de los ciudadanos han quedado huérfanas.
Un partido de izquierdas
y de progreso no puede apoyar a un partido neoliberal y oportunista como es CiU
(que desde su última debacle electoral afirma ser soberanista) con el tipo de
políticas que está aplicando, que fomentan las desigualdades sociales, solo por
la promesa, interesada, de un atajo para cumplir su objetivo.
El fin no justifica los medios y no todo vale.
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